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Mostrando entradas de agosto, 2021

Anochece, que ya es algo

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Vuelvo a mi pueblo tras muchos meses. Una vuelta por la casa, concertar el repaso del tejado con los albañiles, dar cumplimiento a la necesidad de soltar lastre. Porque cada vez que vuelvo noto cómo parte de mis raíces allí se marchitan, lo que por otro lado es normal al tener que intentar enraizar en otras tierras. Hace dos años llegué a otro pueblo en el que, obviamente, soy un forastero; en mi anterior destino laboral, donde viví diez años y llegué a considerar mi hogar, también era más bien visto como alguien "de fuera"; y en mi pueblo, donde crecí y pasé la mayor parte de vida hasta la treintena, ahora me siento un extraño. Será porque únicamente van quedando los vínculos emocionales y afectivos a sus calles, sus cerros, sus paisajes, mientras que otros lazos familiares y sociales se van desvaneciendo. El desarraigo. Y esto es nada en comparación con el que sentirá el migrante, el exiliado o el refugiado. Yo, hasta cierto punto, lo he elegido, pero a otros los han forzad