Interminable catálogo de aberraciones lumínicas

Poner una luz donde y como plazca es deporte nacional, y más ahora que las lámparas LED son eficientes y prometen durar una eternidad. Cualquier excusa vale: dede la supuesta seguridad hasta la reivindicación libertina que saca su argumentario de la entrepierna. El acto de iluminar la noche como fin en sí mismo lo practican con entusiasmo tanto en lo público como en lo privado, siendo especialmente aplicados y prolíficos en ayuntamientos (promotores de buena parte de la obra pública en los núcleos urbanos), polígonos industriales, almacenes, cooperativas e instalaciones de todo tipo. El bestiario de las barbaridades lumínicas que son perpetradas en cada "puesta en valor" de tal o cual calle, plaza o monumento es interminable. Aquí mostraré algunos ejemplos. 

1. Iluminando la vacuidad

Mi antigua calle. Años de dar la tabarra sobre la contaminación lumínica en mi pueblo dieron sus frutos: "no te gusta el caldo, pues toma dos tazas", debieron pensar. O más bien casi 100 tazas, que fue el número de focos que plantaron en el suelo de una calle en la que por entonces vivíamos cuatro vecinos y seis gatos (ahora un vecino y un gato menos). Ningún comercio, ni un monumento interesante, nada en particular.

2. Ya semos eficientes

Debe haber quien piense que adaptar el alumbrado público es como cambiar la bombilla del cuarto de baño: desenrosco la que había y pongo una nueva, esta sí LED y eficiente. Pues en muchas calles esto es lo que uno se encuentra. Fuera vapor de sodio, enrosco una buena perita LED de 5000 K, de esos que casi ha regalado el proveedor al ayuntamiento (¿por qué será?), y me quedo tan ancho. ¿Que incremento una barbaridad el flujo hemisférico superior?, ¡qué importa!; ¿que produce un deslumbramiento atroz?, ¡qué importa!; ¿que su luz penetra hasta en los dormitorios del cuarto piso?, ¡qué más da, así no tienen que encender la lámpara de la mesita de noche! Lo importante es que en el periódico digan que es eficiente, sostenible y se ha dejado de emitir no-sé-cuántas toneladas de dióxido de carbono. Y tan anchos nos quedamos, oiga. 

3. Alumbrando pájaros

Otra moda de alumbrado ornamental consiste en poner focos bajo los árboles. Nunca he entendido bien qué se pretende con esto. ¿Acaso hay turistas que no han visto un árbol en su vida? ¿Es para prevenir que los delincuentes se escondan entre sus ramas y se lancen desaprensivos sobre las indefensas ancianitas que pasean sus caniches a las tres de la madrugada? ¿O es para tener a los gorriones controlados? Va ser esto último, pues ya sabemos cómo se las gastan los gorriones. Pobrecillos. 
 

 

4. "¿Mantenimiento de carreteras? Hay unos focos absurdos que me deslumbran al conducir junto a su centro..."

¿Quién no ha necesitado llamar al centro de mantenimiento de carreteras a las dos de la madrugada? Bueno, hay que admitir que en un momento dado puede hacer falta, pero lo que es completamente innecesario es iluminar un cartelón desde abajo con cuatro pares de focos durante toda la noche. Y más en la época de los teléfonos "inteligentes" con permanente conexión a internet, en los que podemos buscar un teléfono en menos tiempo en el que tardamos en mirar el cartel y quedarnos ciegos. Lo paradójico de esta imagen es que sea la Junta de Andalucía la responsable última de esta aberración, la misma que por otro lado tanto presume de normativas ejemplares en la protección del cielo nocturno. Debe ser porque hablan poco entre diferentes consejerías, y aplican bien eso de que la mano izquierda no sepa lo que hace la derecha y tal...

5. Pochola y Borjamari, fi-ja-té, se fueron (de noche) a esquiar...

(canal snowboard)

Con esto del esquí en Sierra Nevada, a la Junta de Andalucía y empresas concesionarias (CETURSA en el momento de escribir estas líneas) se les queda corta la temporada de invierno. Por eso se han inventado el esquí nocturno. La salvación económica de Pradollano. No parece que sea una actividad con muchos usuarios entusiasmados, aunque publicidad y bombo vaya si se han dado. ¿A quién puede molestar el esquí nocturno y los grandes focos que han de iluminar las pistas? Bueno, están justo en el límite de un Parque Nacional, y al ladito mismo de un observatorio astronómico profesional donde se desarrolla investigación internacional de primer nivel... Ya, ya. Pero ¿y la economía? ¿Quién piensa en la economía? Para la economía nunca es suficiente. Y cuando, en unas décadas, la capa de nieve quede reducida a la cima del Veleta se inventarán el esquí sobre polvo. La cuestión es inflar un modelo económico anquilosado e insostenible hasta que la burbuja reviente. Y a este paso el Observatorio de Sierra Nevada se tendrá que convertir en una tienda de souvenirs para pocholos sin fronteras. 

Continuará... (por desgracia)


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