La contaminación lumínica es una de las principales amenazas para los insectos polinizadores

Hablar de polinizadores nos lleva a pensar sobre todo en las abejas, pero frecuentemente se nos olvida que hay muchas especies de diversas familias de insectos que participan en este proceso vital para las plantas. Además hay muchas que tienen preferencia por abrir sus flores durante la noche, y por tanto dependen de insectos nocturnos para tener éxito en su reproducción, especialmente de lepidópteros (esfinges, mariposas, polillas...). A la polinización realizada por lepidópteros nocturnos se le llama falenófila, y es imprescindible para las amarilidáceas (narcisos), iridáceas (iris) y liliáceas (ajo, cebolla, puerro, tulipanes, azucenas, etc.). E incluso para plantas de otras familias las polillas resultan ser polinizadores mucho más eficientes que las abejas y otros insectos diurnos. Según la Guía de campo de los polinizadores de España, las mariposas nocturnas pertenecen mayormente a seis familias: SessidaeZygaenidae, Sphingidae, Pyralidae, Geometridae y Noctuidae. Sólo de la familia de los noctuidos hay 11772 especies nocturnas. 

Los lepidópteros tienen una buena percepción del color, especialmente del ultravioleta, el azul y el verde, y en el caso de los noctuidos también del rojo. Pero sobre todo sienten especial atracción hacia la luz con longitud de onda más corta: el ultravioleta y el azul. Las lámparas con más componente azul atraen mejor a las polillas, y eso es algo que comprobamos a diario y que además ha sido demostrado por estudios científicos. Y todas las mariposas nocturnas que acaben en zonas iluminadas (revoloteando alrededor de las luces hasta morir) dejarán de polinizar en su área de origen. Además, la luz artificial nocturna afecta a la producción de feromonas de las hembras, que en consecuencia tienen menos éxito a la hora de atraer un macho y reproducirse. 

Resulta cada vez más evidente que la luz artificial nocturna tiene un papel clave en el declive de las poblaciones de insectos en general, y de los polinizadores en particular, que -junto al uso de pesticidas, el cambio climático y la destrucción de los hábitats- está ocasionando lo que ya se ha bautizado como apocalipsis de los insectos. El papel de la contaminación lumínica en este grave problema se ha visto incrementado en los últimos años por el cambio a lámparas LED de luz blanca (con más componente azul que las antiguas de vapor de sodio) y el incremento de la intensidad de iluminación en pueblos y ciudades. Somos poco conscientes de las nefastas consecuencias sobre el equilibrio ecológico y la soberanía alimentaria que puede tener la desaparición de los insectos polinizadores. Y de todos los factores humanos que están detrás, la contaminación lumínica es el más fácil de corregir. 

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